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Descubriendo Nueva Zelanda
Juan Fernández fue un marino natural de Cartagena que en la segunda mitad del S.XVI descubrió nuevas rutas, territorios e islas en el Pacífico Sur, hasta el punto de que es prácticamente seguro que fuese el verdadero descubridor de Nueva Zelanda e incluso es posible que navegase siguiendo la costa sur-oriental de Australia, aunque esto último no pasa de ser una mera especulación.
Ya en octubre de 1574 Juan Fernández descubrió la ruta más rápida para conectar el Callao con las costas de Chile. Hasta ese momento el camino habitual había sido descender hacia el Sur siguiendo la costa, ruta que se hacía extremadamente dificultosa debido a los vientos alisios del sureste y la corriente de Humboldt que ascendía desde el Antártico, provocando que los barcos demoraran hasta cinco meses, o incluso más, en recorrer apenas 1.300 millas náuticas. Sabedor de tal circunstancia nuestro marino decidió adentrarse en el océano hasta que encontró vientos favorables, navegando entonces rumbo Sur y después al Este hasta arribar al puerto de Concepción, lo que le llevó apenas treinta días, abriendo así una nueva ruta hacia Chile. Por el camino se topó con un pequeño archipiélago de dos islas, las islas Desventuradas, y también con otro archipiélago compuesto de tres al que llamó de Santa Cecilia, pero que hoy en día se las conoce con el nombre de su descubridor.
En 1576 Juan Fernández se adentró de nuevo en el Pacífico desde Valdivia en Chile rumbo Oeste, llegando al parecer a unas islas según él muy montañosas, con grandes ríos, tierras fértiles, y pobladas por gente de tez blanca, claras características de Nueva Zelanda y sus pobladores maoríes. Una vez de vuelta en el Perú el expedicionario informó en una carta a Felipe II de su descubrimiento, pero nunca tuvo respuesta y todo quedó en el olvido. Muchos años más tarde, ya en 1615, el licenciado Juan Luis de Arias relató aquella expedición en un documento dirigido a Felipe III, en el que recomendaba la incorporación de aquellos territorios y la conversión a la verdadera fe de sus pobladores, con el mismo resultado de desidia por parte de la Corona.
Historiadores británicos como Alexander Dalrymple y James Burney dieron como segura la llegada de Juan Fernández a las costas de Nueva Zelanda, así como probable el avistamiento de las costas de Australia.
En la imagen la pequeña nave de Juan Fernández llegando a las nuevas islas descubiertas por él, y no por el neerlandés Abel Tasman, a quien se atribuye su descubrimiento en 1642. Una vez más las hazañas de los españoles son ignoradas y atribuidas a marinos extranjeros posteriores. Hay que luchar contra ello y reivindicar a nuestro héroes.
La Princesa en Vava'u
El 21 de febrero de 1780, por causa de la declaración de guerra de España al Reino Unido en ayuda a las trece colonias de Norteamérica, la fragata Princesa, bajo el mando del
capitán de fragata Don Bruno Heceda y el alférez de navío Don Mourelle de la Rua como segundo de abordo, fue enviada a las Filipinas partiendo del puerto de San Blas en Nueva España, donde estaba
estacionada. Ya en su destino y después de meses esperando un ataque inglés como el que sucedió en la guerra anterior, y al ver que los ingleses no aparecían, el gobernador de las Filipinas, Don José
Basco y Vargas, dio órdenes para que la Princesa partiese hacia Nueva España con importante documentación para el virrey Don Martín de Mayorga, dando el mando de la fragata a Mourelle.
La Princesa zarpó el 24 de agosto, pero debido a los vientos contrarios que reinaban en esa época del año Mourelle ordenó tomar rumbo Sureste, muy alejado del camino habitual de
retorno a América. Después de una navegación penosa llegó a la isla Fonualei en el archipiélago de Tonga, a la que llamaron Amargura por estar deshabitada, continuaron viaje hasta descubrir el grupo
de islas Vava’u, al norte del archipiélago, recalando en una bahía muy abrigada de la isla principal a la que llamaron Puerto Refugio (nombre que aún conserva pero en francés). En la isla aledaña de
Kapa existe una ensenada llamada Port Mourelle, en honor al primer europeo que llegó a esas tierras. Mourelle nombró al archipiélago Islas Mayorga en honor al virrey de Nueva España. Exploró las
islas de los alrededores a las que bautizó con nombres españoles, aunque hoy en día son conocidas por sus nombres tonganos.
Después de hacer reparaciones en la fragata y acopiar suministros zarpa la Princesa rumbo Norte-Noroeste para seguir la ruta acostumbrada de regreso por el Pacífico, atraviesa
los archipiélagos de Los Pintados (Islas Marshall), Carolinas, Marianas y desde allí toma rumbo Nordeste, arribando el 27 de septiembre de 1781 a San Blas, poniendo fin a trece meses de
navegación.
En 1793 recaló en Tonga la expedición Malaspina, permaneciendo diez días en el archipiélago.
En la imagen la Princesa entrando en Puerto Refugio siendo recibida por algunas canoas indígenas que salen a recibir al, para ellos, extraño y enorme barco.
Malaspina y Bustamante
A finales del S.XVIII el ansia exploratorio de España no había decaído y fue el 30 de julio de 1789 cuando comienza en Cádiz la expedición científica comandada por el brigadier Don
Alejandro Malaspina.
Se pusieron a su disposición dos corbetas que se habían construido para tal fin, la Descubierta, que comandaría el propio Malaspina, y la Atrevida gemela de la
anterior, que quedaría bajo el mando de su amigo el capitán de navío Don José de Bustamante y Guerra.
Su destino era recorrer el océano Pacífico pero antes de entrar en él harían un reconocimiento de las islas españolas del Atlántico Sur. Parten con destino a Montevideo haciendo escala
en Canarias. De Montevideo zarpan hacia las Islas Malvinas y Patagonia, doblando el Cabo de Hornos para después visitar la isla de Chiloé, Talcahuano, las Islas Desventuradas, Valparaíso y El Callao,
siguiendo después la costa hacia Guayaquil y Panamá, finalizando la primera parte del viaje en Acapulco en abril de 1791. Allí reciben el encargo de buscar el Paso del Noroeste, zarpando hacia el
Norte recorriendo la costa septentrional del Pacífico norteamericano hasta Alaska. A su regreso, sin haber conseguido el objetivo encomendado por el virrey de Nueva España, recalan en la base de San
Lorenzo de Nutca, el puesto más septentrional del Imperio Español, situado en la isla de Cuadra y Vancouver, antual Canadá.
Ya en Acapulco los dos barcos se adentraron en el Pacífico para explorar, juntas o por separado, las Islas Marshall, las Marianas, desde Manila recorren las costas filipinas y Macao,
después se adentran hacia el Sur hasta las Islas Célebes, las Molucas, isla sur de Nueva Zelanda, Sidney en Australia, islas Tonga y de ahí toman rumbo a El Callao, desde donde iniciaron el viaje de
regreso a España doblando el Cabo de Hornos, volviendo a las Malvinas, las Antillas del Sur y Montevideo.
Llegaron a Cádiz el 21 de septiembre de 1794, cinco años y dos meses después de su partida, aportando toda clase de conocimientos e información científica que desgraciadamente fue
arrumbada en el olvido, aunque mucho más tarde, ya en 1885, se le diera la importancia que merecía.
En la imagen las dos corbetas navegan siguiendo la costa pacífica de Norteamérica rumbo Norte. En primer término la Descubierta de Malaspina, con insignia de brigadier, precede
a la Atrevida de Bustamante, quien fue ascendido de capitán de navío a brigadier durante el viaje, aunque siguió bajo el mando de Malaspina durante toda la expedición. Como vemos ambos
barcos navegan de popa redonda con las alas del trinquete desplegadas para aprovechar mejor el viento y las magníficas cualidades de las dos corbetas de la clase Romero de Landa.